SANTO DOMINGO, RD- Padres que matan a sus hijos, una espiral de suicidios y ciudadanos con un comportamiento agresivo son los síntomas la gravedad de las enfermedades mentales que golpean a la República Dominicana.
El horror desnuda la magnitud de la crisis mental que trastorna la sociedad dominicana.
La emergencia dejó de ser una epidemia silenciosa y nos muestra su peor cara. Sin embargo, parecería ser que en el país los enfermemos mentales son invisibles hasta que provocan tragedias. Solo en este año se contabiliza cerca de una decena de víctimas.
En marzo, un joven con supuestos problemas mentales le quitó la vida a machetazos a su madre, a su hija e hirió a su pareja con un arma blanca este miércoles en el sector Los jardines, en San Francisco de Macorís, provincia Duarte. Eddy de Jesús Camarena Martínez, de 28 años, quien fue detenido momentos después.
En junio una mujer, mató a su hija de tres meses de nacida en un hecho ocurrido en el distrito municipal Villarpando, provincia Azua. Carmelina Méndez según testimonios no solo golpeó de manera salvaje al infante, sino que también incendió su frágil cuerpecito.
También en junio un entrenador de baloncesto hirió con un arma blanca a una hermana y a un tío y se suicidó en un hecho ocurrido en el sector Pueblo Nuevo, de San Francisco de Macorís.
En otro hecho una envejeciente con aparentes trastornos mentales mató a su propio hermano, de 70 años, en un hecho ocurrido en el sector Lavapies, en la provincia San Cristóbal.
Según informaciones preliminares, la presunta agresora, habría cometido el hecho en el interior de la vivienda que compartían, y luego introdujo en una caja de cartón y lo colocó en la acera de la calle.
El caso más reciente Jean André Pumarol Fernández, acusado de causar la muerte de una mujer y herir a otras cinco personas durante un ataque con arma blanca en un edificio de apartamentos en el Ensanche Naco, Distrito Nacional.
Esta huella nefasta es un desesperado grito de auxilio por políticas de Estado que garanticen atención y medicación oportunas.
Pero mientras los síntomas de la enfermedad amenazan hacer colapsar el sistema, la inversión en salud mental es una de las más bajas en comparación con otros países, aunque según el gobierno ha habido incrementos sustanciales.
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