Redacción.- La mañana de este lunes el mundo despertó con la devastadora noticia de la muerte del Papa Francisco.
Una de las principales preguntas que se hacen las personas es qué pasará ahora que el pontífice ya no está y cómo es el proceso para la escogencia de un nuevo papa.
Tradicionalmente, la sucesión en el papado solo se producía tras el fallecimiento del pontífice. Sin embargo, el derecho canónico también reconoce la posibilidad de renunciar libremente al cargo, siempre que la decisión sea formalmente manifestada y sin necesidad de ser aceptada por ninguna otra autoridad.
Tras el fallecimiento o la renuncia de un Papa, la elección de su sucesor comienza con la convocatoria del Cónclave, una reunión de cardenales en la Capilla Sixtina del Vaticano. En este proceso, los cardenales, procedentes de distintos países, deben ser menores de 80 años. Todos ellos participan en una serie de votaciones hasta alcanzar una decisión.
El Cónclave se desarrolla en estricta confidencialidad y aislamiento, sin contacto con el exterior. Normalmente, se convoca quince días después de la muerte del papa, aunque puede ampliarse hasta un máximo de veinte. Por otro lado, su duración no está predefinida, ya que las votaciones continúan hasta que uno de los candidatos obtiene una mayoría de dos tercios. Durante este periodo, los cardenales analizan las opciones y debaten sobre el perfil más adecuado para el nuevo pontífice. En el caso del Papa Francisco, el cónclave para su selección duró poco más de 24 horas.
El término “Cónclave” no solo hace referencia al proceso de elección, sino también al recinto donde los cardenales permanecen encerrados hasta que el nuevo Papa es proclamado.
El término fumata blanca se ha incorporado al lenguaje cotidiano como sinónimo de acuerdo o aprobación de un proyecto. Sin embargo, su origen está ligado a la elección de un nuevo Papa en el Vaticano.
Durante el Cónclave, los cardenales votan en total aislamiento y, una vez finalizado cada escrutinio, las papeletas se queman en una estufa instalada en la Capilla Sixtina. Si el resultado es negativo, se añade una sustancia resinosa llamada pez, lo que genera humo negro, señal de que aún no hay consenso. En cambio, cuando se alcanza el acuerdo y un nuevo pontífice es elegido, el humo que sale al exterior es de color blanco. El anuncio oficial se realiza desde el balcón de la Basílica de San Pedro. Uno de los cardenales pronuncia la frase en latín Habemus Papam, confirmando ante el mundo el nombre del nuevo líder de la Iglesia católica.
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